Algunas Consideraciones Sobre La Integración e Inclusión Educativa


N
o debemos de perder de vista que ambos términos son el resultado de la preocupación de, en un primer momento, un sector más o menos reducido que colocaba el énfasis en la disparidad que implicaba el contar con escuelas diferenciadas de acuerdo a las habilidades, lo cual planteaba la segregación de aquellos considerados como normales versus a quién se le consideraba retrasados. Ello viene a colación a lo pertinente que resulta de hablar del término de discapacidad en el proceso de integración e inclusión educativa y no referirnos a las barreras de aprendizaje como piedra angular del trabajo de la USAER.


Si bien la discapacidad no conlleva a la necesaria presencia de una necesidad educativa especial, también es cierto que la discapacidad plantea retos en la ejecución de actividades de la vida diaria, incluyendo las relacionadas a la vida escolar. Y es que si partimos del concepto de discapacidad, el cual dice a la letra: “Es toda restricción o ausencia de la capacidad para realizar una actividad en la forma o dentro del margen que se considera normal para un ser humano. Las discapacidades pueden ser de tipo visual, auditiva, motora, así como las mentales”; estamos obligados a reconocer que las barreras para el aprendizaje están supeditadas a la condición misma del sujeto. La paradoja resulta en que lo que para alguna persona con cierta discapacidad se constituye como una barrera difícil de franquear, para otra persona con una discapacidad diferente al primero puede no representar esto un obstáculo para acceder a un aprendizaje dado.

Es por esta razón que debemos asumir la existencia de la discapacidad y del abanico de vicisitudes que representa su atención en los contextos escolares. El partir del hecho de que la persona que presenta una discapacidad presenta mayores dificultades a las que comúnmente pudiera presentar cualquier otra persona que no la presenta, permite el escudriñar en el entendimiento de aquello que se erige como una barrera del o para el aprendizaje. Es entonces que, como la discapacidad, no hay barreras únicas ni por su constitución ni por su complejidad. Las barreras de aprendizaje se encuentran, por lo tanto, en función de la urdimbre resultado de los factores constitutivos y de los contextuales, en donde al modificar los segundos se favorece u obstaculiza la expresión de los primeros.

Es de esta manera, y con fines prácticos, la integración e inclusión educativa dan cuenta de diferentes momentos de la jornada escolar en una escuela regular, de la complejidad que representa la eliminación de esos obstáculos en función de las características personales que impiden la consecución de los objetivos curriculares de grado-ciclo. De ahí que se hable de discapacidad y no de barreras de aprendizaje, ya que se incluye al que no lo esta y no se elimina lo que aun no existe.